Sounding o el arte de meterse cosas por la polla

Sounding o el arte de meterse cosas por la polla

miércoles, 7 de septiembre de 2016

Un poco de historia...; Parte 3


La historia del sounding o uretralismo como práctica masturbatoria o sexual comienza, como decíamos en las dos entregas anteriores, básicamente en la segunda mitad del siglo XX, coincidiendo y en clara relación con la revolución sexual que conoció el mundo occidental entre los años 60 y 70. Pero, también como indicábamos en sendas entradas, el meterse cosas por la polla con el fin de obtener placer es, muy seguramente, tan antiguo como la humanidad. No olvidemos nunca que en el sexo, aunque no lo parezca, hay más cosas de las que creemos y que consideramos novedades que realmente ya están inventadas de mucho tiempo atrás. Pero, si las noticias más lejanas del sounding como método sexual se remontan a tan sólo varias décadas, ¿cómo poder considerar que esta técnica se daba previamente? Podríamos establecer una especie de paralelismo con la propia denominación de historia en sí. Si la historia de la humanidad empieza como tal con la invención de la escritura, no quiere decir esto que la andadura del hombre comience también con ella. Sencillamente antes de la escritura no había datos registrados, pero el ser humano existía y vivía lo que se conoce como prehistoria. En el sounding ocurre exactamente igual: antes de la aparición de manifestaciones culturales que nos muestren el sounding, seguramente la práctica ya se ejercitaba, sólo que no hay datos escritos que nos permitan valorarlo. ¿Cómo poder conocer cómo pudieron ser esas sondadas placenteras de antaño? De la misma manera que podemos escribir la historia antes de la propia aparición de la escritura en sí: a través de los útiles y objetos que nos han llegado a día de hoy.


(A falta de datos y manifestaciones culturales que nos permitan conocer el sounding como práctica masturbatoria antes de la revolución sexual dada en los años 60 del pasado siglo XX, podemos imaginar o valorar esa "prehistoria" del uretralismo a través de la propia historia y características temporales de la rama médica de la urología;
Arriba: manual de uso del dilatador uretral diseñado por Beniqué durante la primera mitad del siglo XIX;
Abajo: cateterización uretral tratada por  el anatomista Jean Baptiste Marc Bourgery e ilustrada por Nicolas Henry Jacob, publicada en el Atlas de Anatomía Humana y Cirugía, compuesto de ocho volúmenes editados a mediados del siglo XIX).


Para poder hablar de esa "prehistoria" del sounding previa a la aparición de las primeras manifestaciones culturales (mayoritariamente pornográficas) donde el uretralismo masculino tiene cabida, lo más acertado sería muy probablemente tomar como base la historia de una práctica estrechamente relacionada y que, frente a la censura que nos ha impedido conocer las prácticas sexuales de atrás, sí que contaría con estudios y de la cual se conservarían elementos materiales que nos permitirían imaginar cómo podría haberse dado, o con qué útiles, esta técnica masturbatoria en otros tiempos. Nos referimos a la inserción de objetos en el pene con fines urológicos o médicos. Introducir un útil por la verga con fines médicos era ya ejercitado en la Edad Antigua. Miles de años atrás se ponía en práctica persiguiendo fundamentalmente los mismos fines que siguen buscándose en la actualidad, sin que se hayan dado grandes variaciones con los siglos: dilatación de uretra, tratamiento de cálculos renales (piedras), chequeo en pro de descubrir enfermedades de transmisión sexual (principalmente la sífilis), vaciado de orina, etc.


(En la pompeyana Casa del Cirujano se descubrieron una serie de útiles médicos elaborados en bronce y hierro que dieron lugar al propio nombre con que se conoce al inmueble en la actualidad, destacando entre los objetos una serie de sondas y catéteres uretrales masculinos cuyo diseño poco difiere del de los actuales).


Posiblemente los datos más antiguos registrados sobre lo que podría considerarse un catéter uretral serían los que encontramos en diversas tablillas mesopotámicas datadas entre el 3.400 y el 1.200 a.C.. A través de las mismas, se hace mención a los tubos de bronce como el mejor método para, tras ser introducidos en la verga, atajar diversas enfermedades de transmisión sexual. Esta misma idea, sólo que con el fin de poder evacuar la orina, se repite en textos médicos indios del 1.000 a.C., apuntando al uso nuevamente de tubos metálicos, fabricados en plata y hierro, o incluso de madera, que previamente habrían de ser untados en mantequilla para poder facilitar su inserción. Sin embargo, los objetos a introducir por el pene conservados más antiguos sean seguramente los que conforman un juego de sondas y catéteres uretrales que, dentro de la conocida como Casa del Cirujano, se encontraron en las ruinas romanas de Pompeya (Italia). El propio nombre dado a la vivienda deriva del hallazgo en ella de una serie de útiles y objetos médicos entre los que podríamos destacar dicha colección de elementos destinados al uso uretral. El material de fabricación sería, como en los casos mesopotámicos e indios, el bronce y el hierro. El diseño presentado por las sondas es prácticamente idéntico al que ofrece hoy en día un dilatador de tipo Hegar, con doble curvatura. No cabe duda que los mismos algún día fueron introducidos dentro del pene de algún romano que así lo necesitara. ¿Pudieran haber sido usados, además de con fines médicos, con la intención de obtener placer? Nunca lo sabremos, pero sí podemos barajar la posibilidad de que en la Antigua Roma, así como en el resto de civilizaciones antiguas donde ya se fabricaban objetos destinados a recorrer la uretra, otros muchos, aunque con otra finalidad inicial, también terminaran convirtiéndose en el juguete favorito de más de uno. El bronce o el hierro eran la base de útiles diarios, pero también el marfil. Si hoy en día encontramos en bolígrafos, lápices o pinceles, entre muchos otros objetos caseros, un juguete uretral, los ciudadanos del Imperio pudieron también pensar en meterse por el cipote elementos a usar en el día a día tales como estiletes metálicos de escritura, agujas de marfil, y muchos otros objetos que finos y alargados, pudieran cumplir con sus fantasías y regalarles momentos de auténtico placer en una sociedad donde las prácticas sexuales eran ampliamente exploradas, practicadas y toleradas.


(En el día a día un ciudadano de la Antigua Roma podía encontrarse con un sinfín de objetos caseros elaborados en metal, hueso o marfil que, por su forma fina y alargada pudieran haberle servido para jugar con su uretra, tales como útiles de costura o elementos usados para tejer, estiletes de escritura, objetos empleados en el acicalamiento o adornos personales; Museo de Conímbriga, Condeixa-a-Nova, Portugal).

Tras la caída de Roma y durante la Edad Media sería fundamentalmente en el mundo musulmán donde se conservasen los conocimientos médicos alcanzados en la Grecia Clásica y Roma Antigua. Principalmente los doctores andalusíes y otomanos, herederos los primeros de la cultura hispano-romana y los segundos de la bizantina, son los que seguirían haciendo uso de sondas uretrales para el tratamiento de diversas enfermedades y males relacionados con la urología, perfeccionando técnicas e intrumentales. El cordobés Albucasis, nacido en Madinat al-Zahra en el año 936 y considerado el padre de la cirugía moderna, recopiló a través de su obra enciclopédica Al-Tasrif no sólo todos los conocimientos heredados del mundo greco-latino y oriental, sino además sus propios descubrimientos e invenciones, sumando más de 200 nuevos instrumentos médicos diseñados por él mismo, entre los que no faltarían nuevos útiles a insertar dentro del pene en pro del tratamiento de males, como podría ser la bautizada como siringa de Albucasis, ideada para cateterizar la vejiga. El propio inventor la describe y habla de su uso, desvelando su creación en plata, en un diseño ligero y hueco en cuyo interior sería colocado un hilo de lana. Dando suma importancia a la lubricación a través de aceite, manteca o clara de huevo, la siringa sería introducida hasta alcanzar la vejiga, retirando entonces el hilo para que así pudiera realizarse el vaciado de orina. Otros catéteres diseñados por el cordobés eran fabricados con cuernos de animal, plumas de ganso, cuero o piel de anguila. Varios siglos más tarde, y basándose posiblemente en la obra magna del andalusí, el otomano Serafeddin Sabuncuoglu, nacido en 1.385 en Amasya (Turquía) redactaría la otra gran obra de la medicina musulmana, titulada Cerrahiyyetu'l-Haniyye, o "Cirugía Imperial". Se considera el primer atlas de medicina ilustrado al acompañar las enseñanzas con ricas miniaturas de vivos colores y amplios detalles, donde podemos ver al médico frente a sus diversos pacientes, entre los que no faltará aquel que, afectado de piedras, debe poner su pene, y más concretamente su uretra, en manos del profesional. Obras que denotan los amplios conocimientos que de la anatomía peneana y uretra masculina existían en el mundo musulman clásico. No dejarían así de introducirse objetos dentro del pene durante el medievo. ¿Podría habérselos metido alguien con fines no médicos?


(Arriba: la siringa del cirujano andalusí Albucasis.
Abajo: ilustración médica otomana medieval encontrada en el Cerrahiyyetu´l-Haniyye, de Serafeddin Sabuncuoglu, donde puede observarse el trabajo de un doctor musulmán mientras sonda el pene de su paciente).


Los conocimientos médicos musulmanes alcanzarían tal valoración que tanto en la Europa cristiana medieval, como en los estados europeos de la Edad Moderna, siguieron tomándose como base en el estudio de la medicina. De los útiles de Albucasis derivarían otros como la jeringa uretral utilizada por los médicos del siglo XVI en sus tratamientos destinados a combatir las por entonces difícilmente curables enfermedades de transmisión sexual, entre las que despuntaba la sífilis. Para controlar la misma, solían hacerse chequeos médicos entre soldados y marineros, habituados a los servicios ofrecidos por las prostitutas. Una especie de análisis de orina, tomada a través de un catéter introducido por la verga del varón, servía al profesional para poder diagnosticar la enfermedad. Como cura eran empleados líquidos caústicos donde el mercurio tenía gran protagonismo. Haciendo uso de una jeringa, se introducía su vástago o varilla en la uretra, con el fin de irrigar la sustancia en el interior del sistema urinario. Un ejemplo de jeringa uretral fue recuperado de entre los útiles custodiados dentro de la cabina del cirujano del Mary Rose. Siendo el barco favorito de Enrique VIII, la legendaria nave de guerra de la armada inglesa naufragaría en 1.545 llevándose al fondo del mar todos los útiles guardados en él, satisfactoriamente rescatados tras el hallazgo de la nao y recuperación de la misma en 1.982.


(Recuperada la británica nao Mary Rose en 1.982 de los fondos del mar, sería descubierta entre los enseres conservados en la cabina del cirujano del barco una jeringa uretral destinada a la cura de enfermedades de transmisión sexual surgidas entre los componentes de la tripulación).


Varios años después, en 1.996, otra exploración arqueológica submarina rescataría del que fuera barco del pirata Barbanegra un útil bastante similar al del Mary Rose. El Queen Anne´s Revenge se hundiría en 1.718 en las Costas de Carolina del Norte (USA) el mismo día en que Edward Thatch era derrotado y decapitado. Con el navío se irían al fondo del mar una serie de objetos comunes en la vida cotidiana de una tripulación. Una jeringa ideada para la cura de la sífilis se contaba entre ellos. Si la del Mary Rose estaba fabricada en estaño, también metálica era la descubierta entre los restos del barco de Barbanegra. No faltarían otras jeringas similares y contemporáneas a éstas realizadas en hueso o marfil. Clara demostración que sirve para confirmar que durante la Edad Moderna siguió dándose la introducción de útiles dentro de la verga bajo fines médicos. Aun así, tampoco en este caso y sobre esta época podemos saber si se dieron otras inserciones uretrales persiguiendo fines más lúdicos, pero no es difícil imaginar a piratas, marineros o soldados, deseosos de satisfacer sus instintos sexuales en circunstancias donde sólo podrían sosegarse a través de las prácticas homosexuales o la masturbación, curioseando y disfrutando con su uretra.


(Arriba: jeringa uretral hallada entre los restos del Queen Anne´s Revenge: barco del pirata Barbanegra).


(En la Edad Moderna se hizo común en el mundo de la medicina el uso de jeringas uretrales destinadas a la lucha contra las enfermedades de transmisión sexual, elaboradas éstas con materiales metálicos como hierro o estaño -arriba-, o bien hueso o marfil -abajo-).

El Siglo de las Luces y el florecimiento de la ciencia tal y como hoy la entendemos trajo consigo el progreso imparable de la medicina. Atrás irían quedando técnicas primitivas y obsoletas, así como los tratamientos más rituales que reflexivos. La práctica totalidad de las ramas de la ciencia médica sumarían cada vez más aventajados estudios sin que el campo de la urología quedase atrás. En algunos casos, se presentarían técnicas completamente novedosas. En otros, sería el resultado del perfeccionamiento de prácticas previas. La invención de nuevos útiles se hizo habitual, recuperándose en algunos casos modelos antiguos. Claro ejemplo sería la sonda ya usada por los romanos que el cirujano francés Jean Louis Petit volvió a poner de moda a comienzos del siglo XVIII. Serían muchos de estos útiles los precursores directos de los usados actualmente, o en uso hasta hace pocas décadas. Pierre-Jules Béniqué, a comienzos del siglo XIX, diseñó un dilatador metálico uretral que, en diámetro creciente, sería introducido por el pene para dilatar la uretra luchando contra la obstrucción de la misma. Kollmann presentaría sin embargo un único dilatador cuya terminación se abría o ensanchaba manualmente, logrando así la dilatación del conducto sin necesidad de introducir diversas varillas de distintos calibres. Los catéteres metálicos pensados para la evacuación de orina, por otro lado, se perfeccionarían hasta dar paso a los de goma, más higiénicos y de un único uso. Igualmente originarias de entre los siglos XVIII y XIX son técnicas como la cistoscopia y la litotricia. La primera, ideada para poder observar el sistema urogenital a través de un tubo a introducir por el pene, bautizado como cistoscopio. La segunda, sería pensada para eliminar piedras alojadas en los uréteres u otras zonas internas del aparato uninario, llegando a las mismas a través del ureteroscopio. Sendas prácticas, aunque muy modernizadas, siguen vigentes, como en uso sigue estando el tener que introducir un tubo por la uretra para poder llevarlas a cabo. 


(La llegada del Siglo de las Luces trajo consigo un progreso sin par en el mundo de la medicina, mejorando técnicas y presentando nuevos útiles con los que tratar enfermedades y padecimientos relacionados con el sistema uro-genital, tales como los cálculos renales o la estenosis uretral).


 (De entre los útiles diseñados en el siglo XIX para el tratamiento de la estrechez del conducto urinario podríamos destacar el set de dilatadores de Beniqué -arriba-, o el dilatador de Kollmann -abajo).


De los siglos XVIII y XIX se heredarían útiles médicos que han logrado ver con los años no sólo su especialización y modernización, sino además cómo su uso se expande fuera de las fronteras médicas. Dilatadores, catéteres y sondas no sólo mantienen su presencia en consultas y hospitales, sino también en estantes de tiendas eróticas y sex-shops, donde se ofrecen junto a juguetes exclusivamente diseñados para su empleo uretral que, en gran medida, parten ideológicamente de los primeros. Algo que quedaría corroborado con las primeras manifestaciones culturales dedicadas al propio sounding en sí. Los útiles urológicos y el uretralismo irían de la mano desde los comienzos de la historia de esta práctica masturbatoria. Si estuvieron unidos también antaño, en esa "prehistoria" de las folladas de polla, no lo podemos saber. Quizás no lo sepamos nunca con seguridad, aunque podamos imaginarnos y barajar su respuesta positiva, apoyándonos en el hecho irrefutable de que el ser humano siempre ha buscado la obtención de placer sexual en todas sus formas. ¿Sería extraño por tanto imaginarnos a ciudadanos de otras épocas sentirse tentados a introducir algo dentro de su verga?


(Los catéteres uretrales metálicos -arriba- han ido cediendo poco a poco su puesto a los fabricados en goma -abajo-, más prácticos e higiénicos).


(Tanto la cistoscopia como la litotricia aparecen como técnicas médicas entre los siglos XVIII y XIX, persiguiendo la observación más detallada de la uretra, en el primer caso, así como la eliminación de los cálculos renales, o piedras, en el segundo -abajo-).


Ante la falta de una respuesta contundente, siempre nos quedará un dato entre histórico y legendario que puede confirmar nuestras dudas. Se dice que en la Antigua India, a comienzos de nuestra era, era habitual que los príncipes y nobles hindúes lucieran un "penis plug" en su miembro viril. De ser cierto, no sólo fecharíamos la existencia del plug para el pene dos mil años atrás, sino que además sabríamos que muchos siglos antes de nuestro tiempo ya había hombres que gozaban sintiendo cómo un objeto entraba y se mantenía dentro de su verga. Estaríamos ante el dato sobre sounding más antiguo de la historia de la humanidad. Sea o no cierto, antes o después, la historia del uretralismo ya comenzó. Ahora nos toca a nosotros escribir una nueva página. ¿Te quieres sumar a ello?


(Siendo conocido el Kamasutra a nivel mundial, considerado como el mayor tratado clásico que sobre sexualidad se haya escrito, en realidad la aportación india al mundo de la sexualidad y del erotismo va mucho más allá, con manifestaciones artísticas elaboradas a lo largo de los siglos, como el presente relieve datado durante el Imperio Sunga a comienzos de nuestra era, época durante la cual es posible que, en constante búsqueda por el placer sexual, fuese inventado el plug para penes, confirmándose así, en caso de ser cierto, que el sounding o la obtención de satisfacción a través de la uretra es tan antigua como la propia humanidad).

- Un poco de historia...; Parte 1: 

http://soundingometersecosasporlapolla.blogspot.com.es/2014/03/un-poco-de-historia-parte-1.html

http://soundingometersecosasporlapolla.blogspot.com.es/2014/03/un-poco-de-historia-parte-1.html


- Un poco de historia...; Parte 2:

http://soundingometersecosasporlapolla.blogspot.com.es/2014/09/un-poco-de-historia-parte-2.html

http://soundingometersecosasporlapolla.blogspot.com.es/2014/09/un-poco-de-historia-parte-2.html

1 comentario:

  1. Me ha encantado este texto, se ve que lo has trabajado muy bien. Felicidades y gracias por mostrarnos algo sobre la historia del uretralismo.

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