Sounding o el arte de meterse cosas por la polla

Sounding o el arte de meterse cosas por la polla

viernes, 12 de noviembre de 2021

En caso de emergencia

¡Saludos, morbosetes y amantes del sounding! Hace varios años ya, concretamente en septiembre de 2.015, publicaba la quinta y última de las lecciones de sounding para principiantes, con las que intentaba orientaros a la hora de poner en práctica esta técnica por primera vez. Esta lección final, específicamente, estaba dedicada a las preguntas más frecuentes que suelen aparecer sobre el sounding, así como a diversas advertencias médicas, mencionando, dentro de esta segunda parte del capítulo, la posibilidad de que un objeto se quedase completamente inserto dentro de la uretra.

Alcub, fiel seguidor y figura clave en las quedadas sonderas madrileñas, me propuso completar tal información, desgranando unos sencillos pasos a seguir con el fin de intentar solventar esa posibilidad de encaje, antes de tener que acudir definitivamente ante el servicio médico. Me pareció una idea estupenda pero, lamentablemente, fue quedando atrás entre las publicaciones. Hoy, estrenando esa nueva década del blog, es hora de ponerse con ella ;)

El primer paso, indispensable, a seguir en caso de que un objeto se quede insertado dentro del pene, es, como bien dice Alcub, NO PERDER LA CALMA. Entrar en pánico no haría sino complicar más la situación que, siguiendo estas pautas, muy probablemente logremos solucionar. En este punto, entra en juego una zona muy concreta de la anatomía masculina: el perineo. 

Se conocer como perineo, o periné, al suelo pélvico, es decir, la zona ubicada en la parte final del tronco, entre sendas piernas, encajonada, en el caso masculino, entre el escroto y el coxis, simulando un rombo cuya mitad anterior recoge la unión de la bolsa escrotal con el pubis por su cara interna, así como el bulbo del pene, mientras que el triangulo posterior, separado del anterior por el músculo transverso superficial del perineo, alojaría el esfínter anal.

Esta zona anatómica muestra una particular riqueza muscular, encontrando en ella, además del músculo transverso superficial en su zona media, los músculos isquiocavernosos y el músculo bulboesponjoso en el triángulo anterior, capitaneando el triángulo posterior, en derredor del ano, los músculos que controlan el esfínter anal, así como los músculos elevadores del ano. Todos ellos, entre otras de sus funciones, juegan un papel relevante durante la eyaculación, pues a través de contracciones ejercidas por los mismos, ayudan a fomentar la potencia durante la expulsión del semen.


Analizada la anatomía perineal, habréis podido observar que entre los elementos que componen este enclave pélvico se encuentra el bulbo peneano, es decir, la sección del pene inserta dentro del tronco. Como comentábamos en la lección tercera para principiantes, dedicada a la anatomía de la uretra, el pene no consta solamente de su porción exterior, lo que es el falo en sí, sino que su estructura interna permanece hundida dentro de la pelvis, sobre el escroto testicular y alcanzando la próstata, cubierta por el músculo bulboesponjoso, o bulbocavernoso, capital a la hora de eyacular o miccionar. La uretra peneana, dentro del cuerpo esponjoso y a través de este bulbo, continúa como uretra pelviana una vez salvada la curva infrapúbica, punto donde se ubica a su vez el esfínter uretral externo, bajo la próstata y controlado por el músculo esquelético. Es es este enclave fronterizo entre la sección peneana y la pelviana de la uretra, capitaneada por la curvatura infrapúbica, donde muy posiblemente haya podido quedarse encajado el objeto con el que jugábamos, o, en todo caso y siendo un objeto rígido, es poco probable que haya superado este punto, mucho menos si no se mantiene el empuje desde el exterior.

Pudiendo ser esta fracción peneana palpada desde el perineo, el siguiente paso sería tantear la zona perineal anterior con los dedos, entre la cara interna del escroto y el ano, con presión si fuera preciso, a fin de lograr encontrar el borde del elemento encajado. Para ello, es recomendable sentarnos, ya que es en esta postura como mejor se alinean la zona bulbar y la peneana externa, facilitando la exploración.


Una vez demos con el extremo del objeto, debemos proceder a presionar con el dedo junto a su punta por la zona uretral no invadida por el elemento, ayudados si fuera necesario con el músculo pubocoxígeo, o pubococcígeo (reconocible por ser responsable de la elevación del ano).

Muy seguramente siguiendo estos sencillos pasos (calma, alineación peneana, palpado y presión), logremos finalmente conseguir extraer el objeto que tan mal momento nos puede llegar a hacer pasar. 
 
 
Una vez sacado, ya sólo queda descansar unos minutos, templar los nervios, y con la uretra mitigada tras el contratiempo, disponernos de nuevo a disfrutar de ella... ;)
 

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