Los reencuentros suelen ser, aunque siempre hay excepciones, muy agradables. Reencontrarte con alguien a quien hace tiempo, quizás años incluso que no ves, trae consigo confort y posiblemente, tras ponerse al día narrándose las peripecias vividas, alguna que otra sorpresa. Otras veces sencillamente parece que no haya pasado tiempo alguno.
Hace unos días tuve un reencuentro con un chaval al que conocí años atrás. Coincidíamos en algunas aficciones pero, sobre todo, el chaval era todo un amante del sounding que, sin practicarlo en sí mismo, disfrutaba enormemente viendo cómo otro tío se metía algo dentro del cipote. Sus gustos no han variado. Mi pasión por el sounding tampoco. Sucedió lo que tenía que suceder: toda una sesión de sounding para rememorar viejos tiempos. Primero, mostrando juguetes de los que entonces no disponía. Una doble sondada con dilatadores después daría paso a un petada con un objeto casero que hacía años también que no usaba en mis sesiones. Algo tan sencillo como un lápiz. Un reencuentro con un útil que mi uretra echaba de menos. Y mi polla lo demostró no sólo con la plena erección, sino con el gustazo que me proporcionaba mientras sentía cómo el lápiz iba penetrándola. Menuda tarde de reencuentros... ;)
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