Sounding o el arte de meterse cosas por la polla

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domingo, 10 de diciembre de 2023

Chastity belt


Según cuenta uno de los mitos sexuales más arraigados sobre la Edad Media, era habitual entre los maridos más celosos de entonces obligar a sus esposas a utilizar el que diese en llamarse "cinturón de castidad", consistente éste en una especie de braga metálica que, dotada con los correspondientes orificios para poder miccionar y defecar, impedía sin embargo que la mujer pudiese efectuar el coito, quedando en poder del esposo la llave que permitía poder abrir el artilugio y despojarla del mismo. Impuesto al parecer especialmente por aquéllos que debían acudir a una batalla o a la guerra durante las largas ausencias del hogar que éstas conllevasen, hoy en día se considera una absoluta leyenda y falsedad tanto la existencia de tal artilugio como el uso prolongado del mismo, careciendo la primera de evidencia histórica alguna que la corroborase, sabiéndose a su vez de la consiguiente enfermedad y posible muerte que hubiera sufrido su portadora ante las infecciones que tal pieza metálica hubiera generado en su cuerpo a partir del segundo día de práctica. Las referencias literarias a tal objeto, ejecutadas a partir del Renacimiento, parecen ser más satíricas que realistas. Su uso en la Edad Moderna conlleva, nuevamente, más mitología que realidad. Tampoco puede demostrarse ni su fabricación ni su imposición como medida de castidad durante tales centurias, ya fuese dictaminada por los cónyuges, por la familia, o incluso por  los tribunales religiosos que, como la Inquisición, se dedicaran presuntamente a velar por la moralidad de la sociedad. La fabricación auténtica de tal objeto parece darse ya en el siglo XIX y en plena época victoriana, como medida preventiva ante las violaciones tomada por las enfermeras o religiosas encargadas de servir a las tropas. Su uso sería, en todo caso, ejercido en cortos periodos de tiempo. Algo que nuevamente chocaría con la idea de haberse podido establecer por entonces como método para evitar la masturbación femenina, o bien a fin de poder conservar la virginidad de las damas hasta que pudiera consolidarse su matrimonio.



El cinturón de castidad masculino histórico parece también tener más de mito que de autenticidad. Su uso en el medievo supuestamente se ejecutaría principalmente por los religiosos que desearan guardar fielmente su voto de castidad. Ninguna evidencia histórica lo corrobora, como tampoco puede cerciorarse que en el siglo XIX existiese éste bajo un similar fin encaminado a impedir la masturbación masculina. En 1.910, una patente relativa a un cinturón de castidad masculino sería registrada por el médico estadounidense Jonas E. Heyser, persiguiendo fundamentalmente con tal artilugio el dificultar a los pacientes diagnosticados bajo ciertas enfermedades mentales la práctica de la masturbación o el poder autodañarse los genitales.


Llegados a la actualidad, sin embargo, la existencia del cinturón de castidad, tanto masculino como femenino, es totalmente real. Sería el bdsm el responsable del resurgir de una idea que atañe la dominación sobre el contrario. La existencia hoy en día de materiales que permiten el uso de juguetes y artículos sobre y dentro de los genitales sin temor a la infección de los mismos, así la silicona o el acero inoxidable, ha permitido diseñar, crear y poner a la venta un sinfín de novedosos cinturones de castidad que, en el caso masculino, puede venir a interesar inclusive al amante del sounding. Ahora veremos por qué...




El cinturón de castidad masculino actual, también conocido como "chastity belt" o "chastity cage", puede ser usado de manera autónoma, como juguete erótico y/o masturbatorio, o bien dentro de las relaciones amo-sumiso, siendo el sumiso quien lo porta y el amo quien controla el uso del mismo. El fin perseguido sería, mayoritariamente, el imposibilitar con tal aparato la erección del dominado, manejando el amo a su antojo la conducta sexual de su esclavo. Tal juguete suele constar de cuatro partes diferenciadas, siendo indispensables el aro que fija el artículo al bajo vientre (introduciendo a través de él tanto el pene como el escroto), la jaula donde queda alojado el pene en estado de flacidez, y el candado que, uniendo ambas piezas, hace que la segunda quede, como la primera, consolidada a los genitales. Un cuarto elemento recomendable pero no indispensable sería el penis plug o tubo uretral que, fijado a la jaula, se insertaría dentro del pene favoreciendo la micción. Esta última pieza puede aparecer ya adherida a la propia jaula en sí, especialmente en los casos en que ambas partes son metálicas. Además del acero, también la silicona puede observarse en la fábrica de tal plug, ofreciéndose así un tubo más cómodo y flexible que su hermano metálico. En los casos en que la abertura para efectuar la orina sea amplia, puede prescindirse completamente de tal pieza, tal y como puede apreciarse en aquellos modelos de jaula donde gran parte del glande queda totalmente al descubierto.






Pudiendo encontrar desde modelos que ocultan en su interior la casi totalidad del pene, diseños que permiten, dada su transparencia, la visualización del mismo, hasta aquellos artículos donde se combinan ambas tendencias, un factor a tener en cuenta a la hora de adquirir un cinturón de castidad masculino es el tamaño o dimensiones de los elementos que lo conforman, así el aro de sujeción al tronco, como fundamentalmente la jaula donde va a quedar encajado el pene. El tamaño del falo es influyente, si bien no faltarán los amos que deseen ver a sus esclavos portando una jaula de escasas dimensiones que les provoque no sólo la ausencia absoluta de erección, sino también la compresión del miembro viril y, por ende, un mayor control sobre el mismo.







Una de las grandes diferencias entre modelos de cinturones de castidad masculinos radica a su vez en el material del que están hechos. Uno de lo más comunes es la resina, a modo de plástico duro, más suave que el metal y fácil de limpiar.



La silicona, como en muchos otros juguetes sexuales, poco a poco se va igualmente abriendo camino dentro del mundo de los cinturones de castidad. De higienización igualmente sencilla, es su flexibilidad y consiguiente comodidad las virtudes que hacen de este material uno de los más idóneos a la hora de hacer uso de este artículo.




Sin embargo, el material que más juego da dentro del mundo de los cinturones de castidad masculinos es el metal, entendiéndose como tal el acero inoxidable. Los diseños derivados del mismo son prácticamente infinitos sin que falten, incluso, los artículos híbridos donde se oferta la combinación del metal con otro material, como puede ser el cuero. La imaginación ha llegado a presentar cinturones metálicos totalmente alternativos, entre lo que no podían faltar aquéllos de diseño y/o de joyería, simulando sus jaulas diversas cabezas de animales, elaboradas las mismas con auténtica pedrería, o forjadas con los más puros metales preciosos, como el propio oro.











Para los más atrevidos, no faltan las jaulas provistas de puntas en su interior ofrecidas como si de pequeñas "doncellas de hierro" se tratase. Si no se quieren dejar los testículos de lado, existen cinturones que llevan acoplados un aro extra que permite sujetarlos férreamente y poder comprimir a su vez los mismos. Se dan también aquéllos cuya jaula no sólo encierra en su interior el pene, sino también el escroto. La ampliación de algunos va incluso más alla, combinándose el cinturón con el dildo anal. Como resultado, un único artículo híbrido que permite guardar los genitales mientras, a su vez, queda su prolongación insertada dentro del ano.





Más complejos y a su vez parecidos al presunto cinturón de castidad histórico son los modelos donde la jaula queda unida a un arnés, o bien pasa a formar parte del mismo. En algunos casos, puede contar éste con la posibilidad de añadir un juguete anal que pudiera extraerse si las necesidades fisiológicas lo requiriesen, potenciándose de este modo las opciones placenteras que puede generar el cinturón, así como la dominación ejercida sobre el sujeto portador a través del mismo. Arneses donde se ha destacado por su originalidad la firma FancySteel, pudiendo dirigirse uno de sus productos, el Men´s Advanced Chastity Belt, por control remoto. Gracias a un mando inalámbrico, puede el amo en la distancia controlar los momentos en que el cinturón puede o no activarse, o, incluso, ejecutar ciertas descargas sobre los genitales. Se abren así las puertas a una nueva etapa dentro del mundo de los cinturones de castidad donde ya se ubica el cinturón Cell Mate, controlado mediante aplicación del propio teléfono móvil.









La colocación del cinturón de castidad básico es, en todo caso, muy sencilla. El maromo que conforma la pareja hetero OurDirtyLilSecret estará encantado de explicároslo y mostrároslo a la par sobre su propio pene.


Como habréis podido observar, entre los elementos que este maromo se instala no figura el pequeño penis plug con que cuentan muchos de los modelos de cinturón de castidad masculinos. En algunos casos, la abertura que ofrece la jaula es suficiente como para poder orinar sin dificultad a través de ella. En otros, por el contrario, la presencia de tal tubo se hace prácticamente necesaria e indispensable, tal y como viene a mostrarnos Stoned-Kinky.



Es en este punto donde el uso del cinturón de castidad y la práctica sondera se encuentran. Tal tubo, al igual que un catéter, supone tanto una inserción como un alojo prolongado dentro del canal urinario, ya de por sí toda una experiencia uretral. El propio tubo puede ser, a su vez, usado como juguete uretral con el que poder masturbarte a pesar de no poder frotarte el pene, cubierto éste por la respectiva jaula. Pero, además, podemos sustituir tal elemento por todo un útil sondero, fundamentalmente aquéllos fabricados en silicona que permiten poder adaptarse a la curvatura generada por el propio cinturón, tal y como podremos observar y saborear gracias a los vídeos otorgados por TheOdderOtter. El uso sondero de un objeto rígido, en todo caso, no es imposible. Nuevamente Stoned-Kinky, antecedido por el seguidor del blog Tarmac, darán buena cuenta de ello.











Algunos portadores del cinturón de castidad son auténticos amantes del sounding. Hotkink llegará a insertarse, incluso con el cinturón puesto, hasta tres glowsticks a la vez dentro de la verga. Los tipos que le siguen no se quedan atrás. Uno de ellos se sondará con el cinturón puesto hasta no poder más con el calentón, decidiendo entonces quitárselo para poder disfrutar a fondo de una buena petada de rabo. Tras él, el joven que le releva directamente se deshará del cinturón para, ya liberado del mismo, darle caña sin ataduras a su uretra. Ya os podéis imaginar cómo terminarán los dos...




Para finalizar, y retomando el juego bdsm que puede dar el uso del cinturón de castidad, no hay que olvidar la también posible combinación entre castidad y sondadas que puede generarse entre amo y esclavo. Ambas prácticas son idóneas para ejercer el sometimiento de uno sobre otro. La suma de las dos puede ser perfecta. Con ella os dejo, esperando que esta lección sobre los cinturones de castidad masculinos os haya servido para conocer un producto, y una práctica, que tiene más que ver con el sounding de lo que pudiera parecer. ¡Disfrutadlo! ;)




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