Sounding o el arte de meterse cosas por la polla

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jueves, 14 de diciembre de 2017

Tentáculos violadores


Cuando uno se dispone a adentrarse dentro del mundo del manga pornográfico, antes o después terminará encontrándose con alguna escena donde el protagonista, bien sea masculino o femenino, será atacado por una serie de tentáculos, de origen animal, vegetal o fantástico, cuya única intención es, habitualmente tras sujetarle e inmovilizarle, adentrarse por diversos orificios de la víctima con el fin de poseerle y/o violarle.



Esta representación, a veces chocante y prácticamente inexistente en el mundo erótico occidental, está por el contrario muy arraigada entre el erotismo y la pornografía japonesa, habiéndose convertido en una temática habitual dentro del hentai y el yaoi. Su origen parece provenir del shunga: nomenclatura destinada a designar todo aquel arte japonés cuya finalidad era la representación del sexo, en todas sus formas: desde el erotismo más sencillo, a la pornografía más realista. Dentro de estas estampas encontraríamos la primera escena donde un humano es violado a través de los tentáculos de su agresor. Se trataría de la obra "El sueño de la esposa del pescador", firmada por el artista Katsushika Hokusai y fechada en 1.814. En ella, es una fémina la atacada sexualmente, siendo dos los pulpos agresores.



El shunga, desarrollado básicamente entre los siglos XVI y XIX, se vería sumido tanto en diversos periodos de permisividad artística como de prohibiciones representativas, hasta la práctica anulación del mismo a raíz de la aprobación del Código Penal japonés de 1.907. Si bien la inicial aparición de los tentáculos violadores en las escenas sexuales pudiera derivar de la imaginación y la propia fantasía erótica en sí, sin descartar los tintes zoofílicos en algunos casos, todo apunta a que el desarrollo de esta temática se vería potenciado por el devenir de la diversas prohibiciones que sufriría este arte, llegando a estar completamente vedada la representación de la penetración fálica, pero no censurada, por el contrario, aquella ejercida mediante tentáculos.





Aunque la violación por tentáculos de féminas es la preponderante, no es difícil dar con vejaciones de varones. No son pocos los personajes masculinos legendarios o mitológicos que, en plena aventura, deben enfrentarse a una violación de estas características cuando su enemigo decide así atacarle, buscando más que su humillación, la captación de sus poderes penetrando para ello dentro de su anatomía. Sin embargo, otras muchas veces la finalidad es puramente sexual. El ente violador persigue su deleite, provocando no en pocas ocasiones el placer del tipo atacado, que terminará eyaculando sin cesar ante la ardua tarea sexual que ejerce sobre él el contrario. El ser atacante pudiera tomar la corrida como victoria, o inclusive el propio semen como jugo del que alimentarse.




Entre los orificios utilizados por los entes atacantes a la hora de violar a sus víctimas masculinas, los tentáculos se introducirán fundamentalmente por el ano. La uretra suele ser desvirgada también. En menor medida, serán insertados por oídos, nariz o boca. La inclusión del tentáculo en el conducto urinario suele realizarse en segundo lugar, tras haber sido el pasivo penetrado ya por el recto. La propia introducción del apéndice por la polla suele multiplicar el clímax del atacado, que no tardará en alcanzar el orgasmo, con la consiguiente eyaculación. Toda una follada de verga y clara referencia al uretralismo más placentero, ¿no creéis?










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