Cuando uno acude al doctor, sabe que ha de dejarse en sus manos. Por ello, la confianza entre profesional y paciente ha de ser mutua. El médico ha de creer al que se sienta sobre su camilla. El visitante, ha de fiarse del experto. Con tal clima de confianza el vínculo entre sendos hombres es especial. El doctor será tu confidente. El paciente, el que se pone en tus manos.
En manos del doctor quedarán estos maromos que acuden a unos personales y completos chequeos médicos. Serán vistos en detalle para poder descartar cualquier anomalía anatómica. Todos los rincones del cuerpo serán estudiados. Los genitales no deben quedar atrás. El doctor habrá de comprobar si el pene está bien formado, si los testículos no presentan anomalías, pero también habrán de fijarse en la uretra. Una apertura del meato basta en ocasiones. Otras veces, es recomendable hacer uso de un hisopo para, tras introducirlo dentro, ejecutar un frotis uretral con el que obtener muestras que puedan indicar la presencia de alguna bacteria. Los jóvenes Boyd Anson, Mac Millan, Adam Fitch, Mason Keene o Wallace Longhorn, entre otros, conocerán bien de primera mano en qué consiste esta técnica...
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