Muchas veces, cuando viajas, te encuentras junto a carreteras y caminos una gran diversidad de edificos abandonados y en ruinas que te llaman la atención y que, bien por curiosidad, por morbo o por ganas de aventuras, deseas conocer in situ y adentrarte por sus recovecos, recorrer sus rincones olvidados, intentar adivinar, descubrir o imaginar quienes pudieron vivir allí, y qué se vivió entre aquellos muros, sintiendo que con tu visita el enclave resurge de la indiferencia por unos momentos. No sé a vosotros, pero a mí me pasa continuamente. Pero lo mejor no es eso. Envuelto entre ruinas, el morbo de la aventura se convierte en morbo sexual. Visitar un sitio prohibido, andar por construcciones que no dejan de estar al descubierto y donde, pudiera ser, existe la posibilidad de toparte con alguien que, como tú, deseaba deambular por el lugar, hace que mi entrepierna se despierte y necesite salir de entre mis calzoncillos y pantalones. Pegarse un pajote y dejar una lefada de recuerdo no está nada mal, pero ya puestos, ¿por qué no masturbarnos practicando aquello que tanto nos gusta? Estimados morbosetes y amantes del sounding: con todos vosotros, una sondada en medio de las ruinas de una casona abandonada con que me topé regresando de viaje a mi hogar. La experiencia fue única, y la sondada, también. Ahora la comparto con vosotros para que la podáis disfrutar igualmente, aprovechando para desearos unas felices vacaciones de verano y unos viajes, de ida y vuelta, en los que no falte el morbo y el placer, no sólo de viajar... ; P
(Desde hoy, hasta el día 01 de septiembre, me tomaré dos semanas de descanso veraniego en relación con el blog; tal día regresaré con más entradas y más material sobre lo que tanto nos gusta, deseando que, hasta tal fecha, podáis disfrutar del verano, de las vacaciones y, sobre todo, de las folladas de rabo; ¡felices vacaciones!).